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DEDICATORIA |
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A don Jaime, mi padre,
maestro de mi escuela;
a Egidio, Luis y Tano,
a Paquito Floranes,
a Ramón y a Pepín,
el de la cadenera,
Jose Mari Fidalgo,
Pepín y Blas Villar,
a Manoli, a Román
y a Jaime, mi hermano;
a la rubia de Poó,
a su hermana morena
y también a una niña
que se llamaba... ¿Tere?
Me esperaba en su casa
cuando yo iba por leche,
me miraba y callaba,
charlábamos a veces.
¡Cómo pasan los años!
Recuerdos que aparecen. |
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ENLACES |
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www.teatrorosariotrabanco.es.tl
www.asturtalla.com/ (de Federico Oña)
www.ellibrepensador.es.tl |
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SUEÑO TRAS LA MUERTE |
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Despierto ya en la cama, de mañana,
pensando sólo en ti, mientras espero,
cerrados los dos ojos y entre sueños,
voy entrando despacio por la casa.
Cruzo el pasillo y al final te veo,
Carmina, laboriosa, sonriente,
esperando por mí, feliz por verme,
mirándome tus ojos con sosiego.
Quiero acercarme y abrazarte fuerte,
rodearte con mis brazos, insensibles,
pues tu cuerpo escapó ya con la muerte;
quiero estrecharte sólo con mi mente,
quitar de en medio todo lo imposible
y dejar de soñar: que estés presente. |
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EVOCACIÓN |
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Como rompen las olas, espuma blanca,
una vez y otra vez, intermitentes,
una llega y se va y otra aparece,
veo tu imagen borrosa. Viene y se marcha.
Yo entre la espuma nado, a la deriva,
buscando algún recuerdo de tu semblante.
Tu imagen se hace tenue, turbia, distante,
e imagino en tu cara leve sonrisa.
De esta manera más fácil te recuerdo,
mas, si te busco queriendo tu mirada,
tus ojos no aparecen, mujer amada,
sino sólo un instante, de tiempo en tiempo.
Imagino tu frente, luego tus labios,
y tus claras mejillas , tus ojos pardos.
Pues tu mirada, honda y amante,
aparece y escapa en un instante.
Ese momento, que deseo eterno,
me llena de palabras,
de tus palabras y sentimientos. |
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